son todas aquellas situaciones
en las que, por mal funcionamiento óptico, el ojo no es capaz de proporcionar
una buena imagen. Existen muchas otras circunstancias en las que
la imagen a nivel de la retina es defectuosa, pero que no dependen
directamente de un mal funcionamiento óptico.
Por
ejemplo, un individuo miope que corrige su visión defectuosa con con lentes,
es un caso típico de trastorno de refracción o
ametropía. Pero si un segundo sujeto tiene un
desprendimiento de retina que determina que su visión esté seriamente
alterada, esta situación no es susceptible de ser corregida con lentes y, por
lo tanto, no corresponde a una ametropía. Si el individuo es operado con éxito
la visión se restituye parcial o totalmente sin necesidad de recurrir a
dispositivos ópticos, por lo que el desprendimiento de retina no corresponde
en ningún momento a una ametropía. Las dos situaciones anteriores tienen una
característica común: la visión defectuosa. La miopía, por ser una ametropía,
se corrige con lentes, el ojo con desprendimiento de
retina sólo puede mejorar mediante una intervención quirúrgica. Por tanto,
el
desprendimiento de retina no es una ametropía. Lo mismo se puede decir de
cualquier trastorno de la agudeza visual que no tenga como origen un defecto
en el sistema óptico del ojo.
Para catalogar como ametropía o trastorno de refracción
una reducción de la agudeza visual, debe ser susceptible de corregirse mediante medios ópticos.
No obstante existen igualmente trastornos de la visión que no afectan la
agudeza visual, como serían, por ejemplo, una reducción del campo visual,
una percepción cromática anómala, etc. También existen alteraciones de la agudeza visual que no
son ametropías, como las ocasionadas por una catarata, una opacidad en la córnea,
un glaucoma o un daño del nervio óptico, ya que ninguna de ellas es
susceptible de ser corregida con medios ópticos puesto que su causa no es un
trastorno de la refracción del ojo.
Alguno de los
defectos de refracción (miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia)
aparecerán tarde o temprano a lo largo de la vida, por lo que es importante
saber cómo se corrigen
y cuáles son las indicaciones específicas en cada caso particular. En
cualquier caso, son los oftalmólogos y los optometristas los profesionales
que poseen los conocimientos y las técnicas para darnos una solución a los
problemas refractivos de visión, y son ellos quien deben aconsejarnos sobre
la forma más adecuada de solucionarlos.
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